GUARDIAS DE ASALTO, ALIAS: “LOS GALARZAS”, “EL FLIT” (1ª PARTE)
- Por polhistoria
- El 28/06/2018
- En De gran reforma a Guerra Civil
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LOS INICIOS Y PRIMERAS INTERVENCIONES DE LOS POPULARES GUARDIAS DE ASALTO.
El primer Gobierno provisional de la Segunda República, presidido por Niceto Alcalá-Zamora, se propuso como una de sus primeras medidas la creación de los famosos Guardias de Asalto. Creados como una especialidad dentro del Cuerpo de Seguridad, eran policías con probada fidelidad republicana, dedicados a reprimir todo movimiento subversivo o de desorden público urbano, con nuevas tácticas policiales, para evitar derramamiento de sangre.
En el entorno cercano a España ya existían grupos especiales dentro de la Policía para enfrentarse a tumultos y revueltas callejeras. Los Guardias de Asalto compartieron similitudes con esos cuerpos policiales especializados:
1.- La Guardia Nacional Republicana portuguesa fundada en 1911, con estructura militar, vocación de controlar el orden público y vigilar a los enemigos de la República.
2.- Los pelotones móviles de la Gendarmería francesa, creados en julio de 1921 y rebautizados cinco años más tarde con el nombre de la Garde Républicaine Mobile, formada por policías jóvenes con preparación y armamento específicos contra revueltas populares.
3.- La Metropolitan Police de Inglaterra, de instrucción básicamente militar y mandada por oficiales del Ejército. A partir de 1919 y sobretodo en los años 30 intervenían utilizando únicamente sus defensas, evitando la muerte de manifestantes.
Las Policías antidisturbios de Francia, Portugal, Inglaterra y España, compartieron objetivos, organización, entrenamiento, armamento (menos la inglesa, que no usaba pistolas) y como no el enfrentamientos contra grupos similares.
Miguel Maura, Ministro de la Gobernación.
En nuestro país y teniendo en cuenta la memoria de Don Miguel Maura[1], la primera intervención de este grupo de élite de la Policía de la República, se realizó en agosto de 1931, en Madrid, “… con ocasión de un motín de verduleras en la Plaza de la Cebada… en dos minutos disolvieron la manifestación, … El éxito fue rotundo y la popularidad del Cuerpo ganada definitivamente desde entonces”.
Acudiendo a la prensa escrita, testimonios y fuentes de primera mano, se puede decir que el recuerdo de Don Miguel debe ser de alguna intervención más llamativa, lo cierto es que ya anteriormente los Guardias de Asalto habían actuado con acierto, soltura, agilidad, contundencia y efectividad, solventando situaciones más simples y cotidianas. Nos sirve el relato de Don Miguel para conocer la génesis de estos populares Guardias. Los días 11 y 12 de mayo, se propagó por media España la quema de conventos (situándose en Madrid el foco principal), así como la destrucción de objetos artísticos, litúrgicos y la profanación de algunos cementerios de conventos. Maura quiso utilizar la Guardia Civil para reprimir los altercados, pero no se le permitió, el mismo Azaña le llegó a decir: “eso no, todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano”[3]. Ante esta negativa (se votó en el Congreso y ganó la tesis de Azaña de no sacar a la Guardia Civil), Maura se consideraba ya dimitido. El Gobierno, viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, decidió proclamar el estado de guerra. Los militares tomaron las calles, custodiando escombros y ruinas calcinadas, para evitar más actos de pillaje. El Gobierno, aunque tarde, reconoció su error y se rogó a Maura que no dimitiera y volviera a sus funciones de Ministro de Gobernación. Maura exigió para continuar una serie de condiciones:
1.- Pleno poder sobre todo lo relacionado con orden público y uso de la fuerza.
2.- Plena libertad para nombrar gobernadores.
3.- Facultad para destituir a quien hubiera dado pruebas de incapacidad, empezando por el Director General de Seguridad Carlos Blanco, a quien se “castigó” adjudicándole un puesto en el Consejo de Estado. También se relevó del cargo al Jefe Superior de Policía, comandante Borrero[4] y a cuatro comisarios del Cuerpo de Vigilancia.
Estos altercados sirvieron para darse cuenta de la imposibilidad de enfrentarse a conflictos de orden público únicamente con la Guardia Civil. Cada vez que intervenía en revueltas era inevitable un cierto número de bajas, debido a su modo de proceder.[5] Ya se pensaba en un cuerpo que fuera más ágil, muy entrenado, movible, con armamento moderno y que empleara las modernas tácticas de represión de tumultos callejeros, la mayoría de las veces de importancia insignificante.
El 14 de mayo de 1931, la Gaceta de Madrid número 134 publicaba el nombramiento de Don Ángel Galarza y Gago como Director General de Seguridad. Ese mismo día a las 17,30 horas de la tarde, recibía a los periodistas, inaugurando así, una rueda de prensa casi diaria, para informar de los aspectos relacionados con su Dirección. Después de dejar claro que la tranquilidad en Madrid, y provincias, era absoluta, abordó dos temas: uno, la reorganización de la Guardia Cívica y otro, el que más nos interesa, la creación de una sección de Guardias de Asalto, compuesta inicialmente por 80 hombres de no más de 30 años con una talla determinada[6], de complexión atlética, cuyo servicio diario sería el de realizar “ejercicios de gimnasia” y que se utilizaría para disolver alguna manifestación no permitida por las autoridades. El mando estaría a cargo de un capitán, secundado por dos tenientes y cuatro brigadas. No dispondrían de sable, sólo usarían "una porra especial y una pistola". Se trasladaría en camiones abiertos (sin toldo), con asientos, para poder bajarse rápidamente e intervenir. También explicaba sucintamente, la forma de actuar ante manifestantes “revoltosos”, en un primer momento, agarrándose de los brazos e impidiendo continuar a los manifestantes, si esto no sirviera, harían uso de sus defensas y si esto tampoco bastara, podrían llegar a utilizar sus armas. Las defensas fueron tan eficaces, que en poco tiempo se generalizó su uso por parte del resto del Cuerpo de Seguridad.
Sección de Gimnasia en los altercados de la Facultad de Medicina
Dejaba claro el Director General de Seguridad que esta fuerza de choque, sería la designada para intervenir en cualquier suceso de importancia. Si necesitara ayuda, acudirían en primer lugar los Guardias Cívicos y posteriormente las fuerzas de Seguridad y Guardia Civil con las consecuencias que ello conllevara.
El miércoles 20 de mayo, el Heraldo de Madrid publica en su página 12: "el grupo de asalto quedó formado el domingo. En esta misma semana comenzarán los guardias las clases de gimnasia"[7]. Determinando así que el domingo 17 de mayo de 1931 es la fecha oficial del nacimiento de los Guardias de Asalto.
Se creaba esta Sección de Vanguardia (Asalto), que fue el nombre oficial, a semejanza de la anterior Sección de Gimnasia creada por el General Mola, cuando fue Director General de Seguridad[8]. Emilio Mola Vidal fue quien primero se dio cuenta de que era imprescindible sustituir el sable por la defensa para causar menos muertes, y de la necesidad de disponer de una fuerza de choque especializada en tumultos o revueltas, ya que era partidario de no emplear al Ejército más que en casos de extremada gravedad. Mola era consciente de que las Policías de otros países ya utilizaban ese material y sistema que él quería desarrollar.
La Sección de Gimnasia estaba formada por 25 guardias escogidos del Cuerpo de Seguridad, que reunieran ciertas condiciones físicas, con gran entrenamiento gimnástico y armados con sus pistolas reglamentarias y las nuevas y flamantes defensas: "fustas de goma revestidas de cuero" en palabras de Mola, que se usaron en España por primera vez a mediados de 1930, pronto serían bautizadas por los madrileños con el nombre de “castigantes”. Se adquirieron también gases lacrimógenos, siendo los Policías, y los caballos, los primeros perjudicados en su utilización, al no saberse colocar bien las caretas antigás. El propio Mola establece, con acierto, esta sección como base sobre la que "... luego, bajo la égida del señor Galarza Gago, fue considerablemente reforzada, recibiendo el nombre de "Compañía de Asalto". A la vez que se lamenta por no haber tenido las mismas facilidades que su colega Galarza, ya que su proyecto fue siempre el darle mayor amplitud.
Teniente Coronel Agustín Muñoz Grande.
Según Maura, Galarza eligió, muy acertadamente, al teniente coronel Agustín Muñoz Grande como organizador de la Sección de Asalto, que en apenas tres meses ya la tenía creada. Conformando un grupo seleccionado, con nueva uniformidad, muy disciplinado y en continuo entrenamiento. “Fue un verdadero milagro la rapidez y la perfección con que fue creada la Guardia de Asalto”. Lo cierto es que Muñoz Grande estaba destinado entonces en Marruecos, incorporándose en abril de 1932 a la Caja de Reclutas de Toledo, en labores burocráticas, hasta que en septiembre de 1933 fue nombrado Jefe de los Guardias de Asalto; cargo que ostentó hasta mayo de 1935. Llegó a tener un gran prestigio en el cuerpo y a ser muy apreciado por los Guardias, ya que era un hombre muy cercano, campechano y defensor de sus policías. Intervino activamente en la represión revolucionaria de octubre de 1934, el estallido de la Guerra Civil le sorprende en Madrid donde fue detenido y condenado a muerte, logrando escapar, con ayuda de sus anteriores subordinados. Fue el encargado de la organización y mando de la División Azul, llagando a ser Capitán General y Vicepresidente del Gobierno.
[1] Ministro de Gobernación del 14 de abril de 1931 al 14 de octubre de 1931
[3] “Así cayó Alf XIII …” pag 338. Si había intervenido la Guardia Civil el día 10 de mayo, ante un intento de asaltar la redacción del periódico ABC, con el resultado de dos muertos y varios heridos. A raíz de estos acontecimientos el ABC fue suspendidos desde el 11 de mayo hasta el 6 de junio y El Debate desde ese mismo día hasta el día 20.
[4] Sustituido por el Comisario del Cuerpo de Vigilancia Ricardo Herráiz Esteve, que en diciembre sustituiría a Galarza como Director General de Seguridad hasta marzo de 1932.
[5] No se adaptaban a la lucha callejera, armamento lento y mortal, uniforme inadecuado y disciplina muy rígida. En las actuaciones daban tres toques de atención, si eran agredidos, disparaban en legítima defensa, con el consiguiente derramamiento de sangre.
[6] Generalmente se apunta la estatura de 1,80 m. como la exigida (el mismo Maura en su libro, pag. 359, así lo expone), lo cierto es que en la 1ª convocatoria de 2.500 plazas el 9 de febrero del 32, Gaceta nº 40: se exigía edad de más de 22 y menos de 36 años, y estatura de más de 1,70 m. Esto se rectifica el 17 marzo, Gaceta nº 77, siendo al edad más de 22 y menos de 29. El 17 septiembre se amplían 2.500 más Gaceta nº 261 con edades de más de 22 y menos de 33 años y estatura de más de 1,72 m. Si bien, por lo general pasaban esas estaturas con creces, lo que les hacía estar muy por encima de la media nacional: 1,64-1,66.
[7] Gimnasia que realizaban en la Casa de Campo, que había sido exclusiva de los reyes durante siglos, y el 1 de mayo se entregó al pueblo de Madrid, representado por su alcalde Pedro Rico, a quien fue solicitada para poder utilizar una parte del campo de deportes. Además de instrucción también practicaban futbol, rugby y boxeo, bajo la supervisión de un profesor de gimnasia, con un plan completo de educación física.
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